lunes, 18 de octubre de 2010

Volver con la frente marchita (?)


Queridos lectores, después de tanto tiempo de reposo mental, espiritual y laberíntico (?) vuelvo por necesidad, esa necesidad única de ser, de sentir, de reflexionar sobre distintas situaciones que la vida tiene para ofrecernos y condimentarla con alegrías, tristezas y sorpresas. Hablando de sorpresas, tengo la mala noticia de que mi salud se desgastó por el uso y abuso de esas cosas que despiertan la mente y el alma, matan al pequeño ser que dice basta, y carcomen la coraza que cubre nuestros corazones ya golpeados por bastos inviernos de soledad.. Pero acá estoy, sigo de pié, con muchos miedos, expectativas e ignorancia de lo que realmente tengo. Pero tengo la firme idea y convicción de existir, de ser, de estar, de querer, de amar, odiar, disfrutar, sufrir, volar, viajar, cruzarme (?) y todas esas cosas hermosas que nos hacen ser quienes somos, porque al fin y al cabo uno es como tiene que ser, otros son quienes quieren ser y otros aparentar ser alguien que no son.
Pero en esta epoca primaveral donde florece la vida, cogollan las ideas y las mujeres son aun mas hermosas, tengo la necesidad de algo, no se que es, pero ya lo voy a descubrir y cuando lo tenga en mi mano, se los hare saber, mientras tanto mis queridos lectores (el tipo se imagina una multitud de nerds siguiendolo por la web) aca estare escribiendo por inercia cosas sin sentido (para algunos) pero estoy, y eso es lo que importa.



Les dejo un fragmento de Hamlet



Hamlet:¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?
Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así! Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?... Pero hay espanto
¡allá del otro lado de la tumba!
La muerte, aquel país que todavía
está por descubrirse,
país de cuya lóbrega frontera
ningún viajero regresó, perturba
la voluntad, y a todos nos decide
a soportar los males que sabemos
más bien que ir a buscar lo que ignoramos.


Paz, respeto y unión.

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