lunes, 26 de julio de 2010

Sol de verano/1

Ella era como un Sol, uno de esos de verano dónde se respira buenas vibraciones, su cara era como una dulce melodía tan positiva como ella, sus ojos respiraban frescura, su aura replegaba paz, así era ella, perfecta, única, mía.
La conocí hace muchos años de casualidad, por cosas de la vida, en el comienzo había una atracción física, el envase era mas importante que el producto, pero con el tiempo fui probando, casi sin quererlo y era un producto excepcional.
Sabrosa, empalagante, adictiva y no hablo de ella, hablo de la conexión que nos unió una y otra vez, a través del tiempo, de la distancia, de las ideas, de todo eso que ya no importa. Esta mágica sensación de necesidad del uno por el otro que mantenía prendida una hoguera del amor sin estrenar, del cual nadie tiene el manual de instrucciones y puede hacernos explotar autodestruyendo el interior de uno mismo. Esa mágica sensación, si esa misma.
En un lapso de tiempo en que la conexión simplemente desapareció, una bala, no, un misil perdido me cayo encima destruyendo gran parte de mi y creando un vacío que no pude llenar nunca, hasta que la conocí a ella, tan amarga, fría y quitapenas como nunca me había imaginado, me tomo de la mano y me llevo a convivir con ella durante muchos meses de puro placer, adrenalina y sinceridad.
Hasta que un día despierto y ella estaba ahí, las tenia ahí, a las dos para mí, estaba en la gloria y de repente vi como esa conexión que teníamos con ella, la primera, se debilitaba y se consumía poco a poco, no supe reaccionar y la deje ir.
-¡No! ¡Que idiota!
-¿Qué hice?
Mientras una se iba, en esa despedida de canción, la otra me invitaba a tomarla, prometía hacerme olvidar de aquella que ahí se iba, pero no.
El tiempo pasaba y si bien, mi convivencia con ella no era mala, mis seres queridos se iban alejando, con cada empujón mío se alejaban más, hasta ese día que decidí, le comunique como pude que iba a buscarla, que quería lo que era mío, lo nuestro, eso tan especial que teníamos, con la diferencia que esta vez iba a ser real.
Tenia un largo viaje, ella me acompaño se negaba a dejarme solo, a perderme, Blanca jamás me abandonaría, tal vez siempre este ahí, servida para llenar ese vacío.
Me había aventurado en busca de ella, de Sol, que estaba viviendo en una gran ciudad dónde fue en busca de sus sueños, mi viaje duro muchos días, primero tenia que encontrarme conmigo mismo antes que con Sol, durante varios días o tal vez solo fue uno, Blanca no estuvo a mi lado, pero si Ramón, mi fiel compañero, con el cual conocimos muchos personajes, Aquel chico del raro peinado y su novia, aquel Sr. que me llevo con Blanca cuando la extrañe, Pepa, Juan, mucha gente que me cambio la visión de las cosas.
En el último tramo del viaje la relación con Blanca era insoportable, ella se negaba a dejarme y yo a quedarme junto a ella y fue allí en un rincón de las sierras, si ahí, dónde arden las estrellas, que solté su mano y la eche casi a patadas de ese lugar, donde durante varios días me conecte con la naturaleza.
Una vez renovada las fuerzas proseguí con mi destino, después de tanto andar por fin había llegado, ella estaba ahí esperándome, casi de sorpresa, no estaba preparado para esa situación, 5 segundos después si, pero no en ese preciso instante.
Después de los abrazos y saludos cordiales nos sentamos en una especie de patio babilónico, pero a la vez tan bendecido por la esperanza.
-¿Cómo estás pregunto? Yo con la cabeza casi en blanco no supe responder.
-¿Fumamos? Y ahí apareció Ramón, estaba junto a nosotros y varias personas más, pero no podía dejar de mirarla y pensar.
-¿En que pensas? Me dijo. No en nada, que linda Ciudad pensé en voz alta.
Cuando me di quise dar cuenta ya estaba ahí, con ella, con su gente, su lugar.
La noche paso entre copa y copa, contándonos de nuestras vidas, nuestras aventuras y desventuras, la ceniza se mantenía ahí, en mi cigarro, del cual le convide varias veces, me acomode donde pude y cerré los ojos, el día tan esperado había pasado sin pena ni gloria, pero aun no terminaba de hacer lo que antes tuve q haber hecho.
Desperté de a poco, tratando de recordar donde estaba, entre sueños la había visto moverse por la casa para seguir con su rutina, me acosté en su cama, pero ella ya no estaba y me di cuenta que el sol apenas asomaba sobre esa gran ciudad y seguí junto a Morfeo descabezando un sueño.
Al despertar nuevamente sentí paz, mucha paz, como la que ella transmitía, y fue entonces que decidí ir a recorrer la ciudad. Una ciudad tan grande conlleva muchas cosas, como más atención en cada movimiento, fue entonces que la vi cruzando la calle, mirando unas vidrieras, casi por desesperación, inercia o simple impulso crucé la Avenida pero al llegar al otro lado, la perdí entre la muchedumbre típica de una gran ciudad. Camine hasta una plaza no muy lejos del centro, bebí sorbos de una fuente y me acosté en el pastizal, observe las nubes, ¿Alguna vez miraron con atención al cielo?, con la mirada fija en ningún lugar, sin pensar, sin sentir, solo mirar sin ver.
Así pase gran parte de la tarde, entre nubes, sueños y un sol que invitaba a seguir bebiendo de aquella fuente.

Continuara...




Volví y sere millones.

1 comentario:

  1. La verdad.... muuuuuuy bueno che!!
    Te pasaste gordo =)
    Espero con ansias la continuacion jajaja
    Te quiero hermano ♥

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